Hace unos días se presentaba un estudio dirigido por Johan Rockstrom en el que se afirmaba que seis de los nueve límites planetarios se habrían superado ya , los rebasados están de un modo u otro relacionados con los mismos factores que causan el aumento de temperatura y el calentamiento global y el propio científico sueco afirmaba en junio de este mismo año que “Europa es la zona cero del cambio climático”.
Si alguien tenía dudas sobre el cambio climático lo sucedido en el mundo en estos dos últimos veranos debería disiparlas , salvo para los más recalcitrantes negacionistas que en muchos casos están guiados por intereses que prefieren seguir en un mundo de capitalismo fósil.
En este escenario tuve la oportunidad de leer con muchísimo interés pero, por su contenido, con más inquietud que placer, Crimen Climático (Ed Debate) de David Lizoain, canadiense catalán (o viceversa) formado en Harvard y en la LSE. Un texto a tener en cuenta los próximos años porque tiene visos de ser anticipatorio.
Solemos hablar del cambio climático como algo que ocurre de manera impersonal, con cierta involuntariedad y que emana de la simple necesidad de progreso y subsistencia del ser humano, es decir ,inevitable para la actividad humana moderna ,como si ante el alza de temperatura del planeta todos los humanos fuéramos igual de responsables de lo que está ocurriendo . Esos conceptos los recoge y conjuga Lizoain de manera habilidosa , con multitud de ejemplos y detalles , algunos en muchos casos ya conocidos pero bien traídos a colación, para recordarnos que esa es una de las trampas que la oligarquía fósil nos ha tendido para evitar dar cuentas de la deriva dramática hacia la que nos encaminamos.
La propuesta principal del autor en este libro puede ser acogida al principio con escepticismo. Sostiene que los desastres que ya se están produciendo por los efectos dañinos del cambio climático y que afectan hoy en día a decenas de millones de personas y provocan la muerte de varios cientos de miles cada año, tienen unos responsables y que éstos algún día deberán dar cuentas ante los tribunales por lo que denomina “genocidio climático” . Como se refería , inicialmente puede parecer una idea exagerada o sin un perímetro claro , ya que en nuestra conciencia permanece la idea difusa de lo que está ocurriendo se deriva de una responsabilidad compartida por nuestras sociedades desde el inicio de la revolución industrial, efectos colaterales de nuestro modo de vida al que no existe otra alternativa posible para el éxito y bienestar de nuestra especie . Como explica Lizoain, muchos de los responsables de este “crimen climático” han construido a lo largo de décadas un relato dominante y perfectamente aceptado que apela ilusoriamente a la responsabilidad de cada individuo, obviando que cientos de millones de ellos no han emitido más CO2 que unos mínimos de subsistencia y sufren más que nadie las consecuencias del aumento de temperaturas . A mi entender esta es la parte en la que el autor se hace más contundente y que bien justifica la lectura del libro , destacando que los perpetradores del crimen climático no pueden escudarse en el desconocimiento de las consecuencias de lo que está pasando, al contrario que millones y millones de personas que no tuvieron acceso a esta información durante décadas . Aquí Lizoain entra al detalle, relato que comparte con otro magnífico libro reciente sobre la historia del cambio climático que es “Fire and Flood: A People’s History of Climate Change, from 1979 to the Present” de Eugene Linden, aclarando las evidencias y las informaciones que señalan que los verdaderos responsables del aumento del CO2 atmosférico y por lo tanto del aumento de temperatura estaban perfectamente advertidos de las consecuencias de sus decisiones y aún hoy en día perseveran de forma alevosa y sin castigo en sus actividades. La elaboración de una “culpabilidad penal” de los responsables es una de las partes más relevantes de este libro y que merece ser tenida en cuenta ahora que los activistas climáticos acuden más y más a los tribunales de diferentes estados o incluso al Tribunal de Derechos Humanos de la UE . Así se afirma en el texto “el ecocidio puede servir de catalizador del genocidio” y ese ecocidio se ha llevado a cabo de modo doloso.
Tampoco deja de reflexionar el hispano-canadiense (o viceversa) sobre la culpa política apelando a la responsabilidad colectiva como elemento que ayudaría a facilitar los cambios que nos permitirían atenuar y detener el proceso en el que estamos envueltos. Como señala, el activismo político es una respuesta imprescindible contra el cambio climático.
En esa apelación a la política no olvida Lizoain que la desigualdad es uno de los factores que marcan el devenir de los efectos del cambio climático sobre los seres humanos . Las poblaciones que más lo sufren siempre son las más empobrecidas y las consecuencias del calentamiento global en ocasiones aparecen enmascaradas o mimetizadas entre otros problemas como hambrunas ,guerras o migraciones masivas, pero comparten el denominador común de la desigualdad y los efectos antropogénicos sobre el clima.
Pero el libro no pretende únicamente un afán criminalizador , además presenta aspectos propositivos , partiendo de una cita de Nicholas Stern en la que se afirma que “el cambio climático es el mayor fracaso del mercado de nuestros tiempos” apela a soluciones colectivas para una gran transformación descarbonizadora para la que ya disponemos de muchas de las herramientas tecnológicas necesarias, pero que no se pueden dejar sólo en manos de las leyes de la oferta y la demanda . Añade en este apartado que el Estado/Instituciones deberán jugar un papel crucial tanto en el ámbito regulador como asumiendo el rol de entidades de soporte financiero ante la descomunal inversión necesaria y de control a nivel planetario sobre los avances o retrocesos que se produzcan . Debo decir que personalmente me resulta inspiradora la idea del “socialismo solar” que apela a una justicia climática y social ,que es parte del hilo conductor de este libro.
En definitiva David Lizoain ha tejido un texto brillante y consistente, con muchos hilos de diferentes texturas , acompañado de política de fondo, con referencias a Marx, Arendt , Pikkety, Bauman, Havel y otros autores relevantes .Un libro que, a mi modesto entender, tiene algo de profético y que haremos bien en mantener entre los textos de reflexión sobre el cambio climático ,el gran desafío de nuestro tiempo, desde un punto de vista más cercano a las ciencias sociales y humanísticas que a las científico-tecnológicas que suelen dominar las publicaciones en este campo de conocimiento.
