Construyendo un abordaje integral y empático de la salud

Las enfermedades crónicas impactan profundamente a la salud mental de los pacientes, y comprender esta relación requiere de un enfoque integral que trascienda la separación tradicional entre cuerpo y mente. El dualismo heredado del pensamiento filosófico moderno, que concibe la mente y el cuerpo como entidades separadas, ha influido negativamente en cómo abordamos las enfermedades, lo que ha llevado a tratamientos fragmentados y, con frecuencia, insuficientes. En el caso de la Enfermedad Renal Crónica (ERC), esta necesidad de una perspectiva integrada es particularmente acuciante.

En las enfermedades crónicas, el sufrimiento físico es inseparable del sufrimiento psicológico. La experiencia constante del dolor, las limitaciones físicas o los síntomas recurrentes impactan directamente en la salud mental, y este impacto a menudo se manifiesta en forma de ansiedad, depresión o estrés crónico. La perspectiva dualista trata con frecuencia estos afectos psicológicos como meras "consecuencias" de las dolencias físicas, en lugar de reconocerlos como elementos interconectados de una única realidad humana. Este enfoque reduccionista dificulta un tratamiento integral y, en consecuencia, priva al paciente de una recuperación más efectiva.

La ERC representa una carga física y emocional significativa para los pacientes. La necesidad de someterse a tratamientos regulares como la diálisis, los cambios radicales en el estilo de vida y la inevitable progresión de la enfermedad generan un estrés constante. En este contexto, el impacto psicológico no puede separarse del físico. La depresión y la ansiedad son altamente prevalentes entre las personas con ERC, no solo debido al sufrimiento físico, sino también a la incertidumbre del pronóstico y las limitaciones que la enfermedad impone en sus vidas diarias.

Una condición común, aunque a menudo ignorada, es el prurito asociado a la ERC (ERC-aP), definido por una picazón muy aguda que lleva a quienes lo padecen a rascarse de manera incontrolable, dañando su propia piel. Los síntomas asociados pueden afectar a la capacidad de los pacientes para dormir, concentrarse y realizar actividades rutinarias, impactando significativamente en su calidad de vida. A menudo, sintiéndose avergonzados por la errónea percepción de que está relacionado con su higiene personal, muchos pacientes sufren en silencio y no reportan el ERC-aP.

Sin embargo, bajo una perspectiva dualista, estos problemas psicológicos a menudo se consideran "efectos secundarios," ignorando cómo afectan directamente a la progresión de la enfermedad y la respuesta al tratamiento. El paradigma holístico nos invita a tratar la ERC no simplemente como una enfermedad renal, sino como una condición que transforma la vida del paciente en múltiples dimensiones. La atención médica debería integrar terapias físicas con estrategias psicológicas, abordando cuestiones como la gestión del estrés, la construcción de redes de apoyo social y la educación emocional. Por ejemplo, incorporar grupos de apoyo o programas de terapia puede ayudar a los pacientes a lidiar con la ansiedad relacionada con la diálisis o los temores sobre el trasplante de riñón. Al mismo tiempo, prácticas como la meditación pueden mejorar la percepción del dolor y el bienestar general, reduciendo la carga emocional asociada a la enfermedad.

Además, las limitaciones sociales y económicas que acompañan a la ERC y al ERC-aP, como la pérdida de empleo o la dependencia financiera, subrayan la necesidad de un enfoque que abarque la salud mental, la calidad de vida y la resiliencia del paciente. Este enfoque holístico no solo beneficia al individuo, sino que también puede reducir los costos generales de la atención médica al minimizar las complicaciones derivadas del estrés y la baja adherencia al tratamiento.

En conclusión, abordar la ERC y otras enfermedades crónicas desde una perspectiva que integre la totalidad de la realidad de las pacientes nos conduce a romper las barreras artificiales entre cuerpo y mente. Esto no solo mejora los resultados médicos, sino que también devuelve a los pacientes un sentido de dignidad y seguridad en un proceso que de otro modo podría sentirse profundamente deshumanizante. Reconocer al ser humano en su totalidad es, en última instancia, la única manera de brindar una atención médica verdaderamente efectiva y compasiva.

Este artículo fue originalmente publicado en The Parliament magazine el 11/12/2024.