ESTE ARTÍCULO FUE PUBLICADO EN infoLibre EL 26 DE NOVIEMBRE. AQUÍ PUEDES LEERLO
Hay fechas que quedan marcadas en el calendario. Y el 20 de noviembre de 2024 –menuda fecha– marcará un antes y un después en la carrera política de Alberto Núñez Feijóo en Europa como el día en el que se quedó solo, arrinconado, abandonado a su suerte por su familia política, en brazos de quienes no ven a Europa como solución sino como problema.
Feijóo ha fracasado estrepitosamente en su intento, uno más, de atacar al Gobierno de España para tapar sus vergüenzas en la Comunidad Valenciana, tomando como rehén a la entera Comisión Europea en un momento crítico para Europa: con dos guerras en su vecindario y con el advenimiento de Trump 2.0 al otro lado del Atlántico.
Hay algo patológico en la relación de Feijóo con Europa. Serán las barreras lingüísticas. Serán las barreras mentales. Pero para el presidente del PP, Bruselas no es más que un teatro lejano en el que sus torpes peones negros tratan, sin éxito, de corregir su impotencia doméstica, dejando jirones de credibilidad en cada intentona.
"Había que tapar el desastre, la manifiesta incompetencia de un Gobierno, el de la Generalitat Valenciana, y de un presidente, el popular Carlos Mazón"
El recuento es largo:
Intentó, sin éxito, que ante el golpe de la pandemia, a España no se le entregaran los fondos de recuperación peleados y logrados por el Gobierno socialista para revitalizar la economía española y reorientar su modelo productivo.
Intentó, sin éxito, ante la escalada de los precios de la electricidad por la invasión rusa de Ucrania, boicotear la aprobación de la solución ibérica, el tope del precio al gas negociado y logrado por el Gobierno socialista que permitió ahorrar más de 5.000 millones de euros al conjunto de los hogares españoles.
Y ha intentado, sin éxito, boicotear la elección de Teresa Ribera como vicepresidenta para la Transición Limpia, Justa y Competitiva y comisaria de Competencia, el puesto de mayor poder desempeñado por un español desde nuestra adhesión hace casi 40 años, poniendo con ello en riesgo no solo los intereses de España en Europa sino al propio gobierno europeo.
¿Por qué Teresa Ribera? Nadie cuestionaba su valía para el cargo, tampoco el EPP, y así lo reconoció Ursula Von der Leyen dándole mando en plaza como su 'número 2', no en vano se trata de una de las voces más reconocidas a nivel internacional en materia de transición ecológica.
No, había que tapar el desastre, la manifiesta incompetencia de un Gobierno, el de la Generalitat Valenciana, y de un presidente, el popular Carlos Mazón, negligentes hasta el grado de desconocer sus propias competencias en la gestión de la mayor catástrofe que ha enfrentado la región en décadas con las trágicas consecuencias que todos conocemos.
Y se juntaron el hambre con las ganas de comer: dos políticos que han hecho del resentimiento su lugar en el mundo –el que no es presidente del Gobierno de España porque no quiso y el que no es presidente de la Comisión porque no le dejaron– tomaron como rehén al Gobierno de Europa para saciar su sed de venganza. El uno, contra Pedro Sánchez. El otro, contra Ursula Von der Leyen.
Con una diferencia: el segundo sabía que una cosa es tensar la cuerda, otra muy diferente es romperla. Y ante la tesitura de enfrentar una revuelta en el EPP y en las capitales con Gobierno conservador o dejar a Feijóo y al PP a los pies de los caballos no hubo dudas. Nunca las hubo.
Si no fuera porque la avería ha sido grave, daría hasta ternura ver a la plana mayor del PP español clamando victoria tras su estrepitoso fracaso: Teresa Ribera ha sido confirmada por una amplísima mayoría, muy superior a los 2/3 exigidos, EPP incluido. Si la torpeza se midiera en grados, Feijóo tendría fiebre.
Lo dejó dicho Tarradellas: en política se puede hacer de todo menos el ridículo. Quería colgarse una medalla y se ha quedado colgado de la brocha.