En la pasada legislatura, tuve el honor de ser el ponente para el mandato reforzado de la Agencia Europea del Medicamento, uno de los tres pilares de la Unión de la Salud, el paquete de medidas adoptadas por la Unión Europea tras las lecciones aprendidas de la terrorífica pandemia de COVID que sufrimos nada más empezar el mandato.
Como ponente, uno de los objetivos que me marqué, vistas las enormes dificultades sufridas al inicio de la pandemia en cuanto a inventarios de medicamentos y la ausencia de datos al respecto, fue el de crear una plataforma europea de monitorización de desabastecimientos, capaz de centralizar los datos de existencias a nivel de la Unión y de detectar cualquier posible desabastecimiento para facilitar una respuesta rápida ante el mismo.
Afortunadamente, una gran mayoría del Parlamento Europeo secundó esta idea y, contra viento y marea -y quienes formaron parte de aquel equipo negociador saben a lo que me refiero- lo sacamos adelante en trílogos en una dura negociación con el Consejo y la Comisión.
Hoy puedo decir con orgullo que esa plataforma empieza a tomar cuerpo: el pasado 28 de noviembre, la Agencia Europea del Medicamento puso en marcha una primera versión (https://www.ema.europa.eu/en/news/european-shortages-monitoring-platform-enables-better-monitoring-shortages-eu) que marca el inicio del período transitorio para que los actores del sector se familiaricen con la misma antes de que en febrero del año próximo su uso sea obligatorio.
La plataforma permitirá centralizar y automatizar la recopilación de datos sobre desabastecimientos de medicamentos, lo que dará información crucial a las autoridades para acceder a información en tiempo real para prevenir, monitorizar y gestionar tales desabastecimientos.
Esto es Europa, el valor añadido de Europa, la Europa que responde con hechos, con mejoras tangibles para proteger y mejorar la salud de todos.