Hoy se debatirá en el Parlamento Europeo la aprobación del reglamento que plantea cambios en la Agencia Europea del Medicamento (EMA). El ponente es el eurodiputado socialista Nicolás González Casares (A Coruña, 1972). Promueve la creación se una base de datos en la UE de suministro de medicamentos y con información en tiempo real para todos los estados miembros.
-¿Qué se persigue con esa base de datos común?
-En primer lugar, lo que se intenta es reforzar el papel de la Agencia Europea del Medicamento en situaciones de crisis. El desabastecimiento es un problema endémico que viene de antes de la pandemia. Ya hubo dos toques de atención por parte del Parlamento Europeo para que se hiciera algo frente a esto. Una de las cosas que vemos importante es monitorizar los stocks de fármacos en toda la Unión Europea. Por eso proponemos esta base.
-¿En qué puede ayudar, por ejemplo, a un ciudadano de Lugo que no tiene su medicamento en la farmacia?
-Lo que esperamos es que, si estás en Lugo, eso no llegue a suceder. Que ya en la distribución se pueda detectar esa falta y se activen mecanismos para garantizar el suministro. Lo que se busca fundamentalmente es que eso no ocurra. No se va a conseguir solo con una base de datos, por supuesto. Esta funcionará a dos niveles. Una como estado miembro. Pero, además, los indicadores serán manejados por la EMA, que va a tener una visión global de los 27 estados miembros. De tal manera que permita que esos desequilibrios se puedan compensar y actuar en los diferentes puntos de la cadena. No es un reglamento para 45 millones de españoles, sino para 450 millones de europeos.
-¿Se actuaría de manera solidaria, compensando las carencias de medicamentos en un país con los excedentes de otro?
-No. La EMA sabría lo que ocurre e informaría a la agencia nacional afectada. Entonces diría, por ejemplo, que en España falta Adiro en Lugo y en Alemania hay mucho. De este modo, informaría a las autoridades nacionales y serían estas las que se pondrían en contacto unas con otras y buscarían las soluciones.
-Los farmacéuticos gallegos decían, antes del coronavirus, que la causa del desabastecimiento era el precio bajo que pagaba España. ¿Hay solución sin una política común de tarifas?
-Es cierto que esto ocurría antes de la pandemia y, por eso, trabajamos en este reglamento. Y sí, esa es una de las causas, pero la situación es multicausal. Puede ser un problema de precios, pero en otros casos es por falta el principio activo o porque la industria está más lejos de un determinado país. Además, en el precio intervienen muchos aspectos. Una cosa es el precio que pone un fabricante. Otra, las comisiones de un distribuidor. Y otra, las de una oficina de farmacia. El precio es importante y es cierto que no hay una política común al respecto, pero sí que se está trabajando en una estrategia europea farmacéutica para abordar algunas de esas desigualdades y rebajarlas.
-La pandemia evidenció otro problema: la excesiva dependencia de países asiáticos. ¿Esta cuestión está encima de la mesa?
-Sí, el problema es el principio activo porque el medicamento generalmente se fabrica en la Unión Europea. En la pandemia se produjeron desabastecimientos en fármacos tan comunes como el paracetamol y no siempre sería achacable a ese problema. También hay déficits de la producción industrial. Ahora vamos a poner esta base de datos a funcionar y monitorizar el proceso.
-El reglamento que plantea quiere confluir la salud humana con la medioambiental y la animal.
-El algo que se incluye en el articulado. Este concepto viene a decir que la salud humana está interrelacionada con la salud del medioambiente en el que vivimos. Tener una aproximación hacia asuntos de salud como una emergencia sanitaria de origen vírico, probablemente una zoonosis, solo desde una perspectiva única de salud humana no es recomendable para el futuro. Buscamos que se abra el enfoque y que, por ejemplo, se consulte al comité de medicamentos veterinarios que tiene la EMA.