Esta semana el Parlamento Europeo ha celebrado una nueva sesión plenaria centrada en la respuesta europea a la crisis sanitaria y económica provocada por el COVID19. Hemos aprobado un nuevo paquete de medidas consensuadas entre los principales grupos políticos y las instituciones europeas, una nueva demostración del compromiso de solidaridad y cooperación en el que los socialdemócratas hemos tenido un papel clave.
Quiero empezar resaltando el que quizás sea el punto más importante: el acuerdo para la puesta en marcha de bonos a nivel europeo, centrados en la reconstrucción post crisis. Una medida que de facto supone la emisión de deuda europea, garantizada por los presupuestos de la UE, que se verán incrementados.
Esta era una de las grandes defensas de los socialistas españoles, y entre todos lo hemos conseguido: habrá un plan de recuperación europeo a gran escala financiado con deuda mutualizada. Un acuerdo alcanzado con las principales fuerzas europeas (EPP, Renew y Los Verdes) que no sería posible sin el arduo trabajo llevado a cabo por la compañera Iratxe García, presidenta del S&D, y que recoge varias de las propuestas que he defendido durante esta crisis.
En primer lugar, habrá ayudas para el sector del marisqueo a pie, una medida de vital importancia para Galicia, así como para otros puntos de España. Tras un primer paquete de ayudas aprobado en marzo a todas luces insuficiente para el sector, mi compañera Clara Aguilera y yo hemos venido trabajando en la Comisión de Pesca en la modificación del Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP) para que estas trabajadoras y trabajadores del mar también pudiesen acogerse al régimen de cese temporal. Una posibilidad que no estaba prevista en la propuesta presentada por la Comisión y que ha sido modificada tras la enmienda que presenté. Ahora sí, nadie se va a quedar a su suerte.
A mayores, hemos conseguido introducir una enmienda que permite el trasvase de fondos entre las diferentes prioridades del FEMP, de manera que también se podrán reorientar hasta un 10% de los fondos destinados a medidas de control y recopilación de datos a otras necesidades derivadas de la crisis del COVID. Se trata de otra de las enmiendas que he defendido durante estos días, y que concede a los Estados Miembros mayor libertad para modificar sus programas y concentrar fondos en aquellas partidas dedicadas a mitigar el golpe económico sufrido por el sector, que ha visto drásticamente reducida su actividad, cuando no interrumpida, a raíz de la caída de demanda y de precios.
Por otra parte, en el ámbito de la Sanidad, hemos buscado arrojar luz sobre el impacto del COVID-19 en cada país de la Unión Europea para poder actuar con mayor eficacia, ahora y en el futuro. La resolución del Parlamento hace un llamamiento a los Estados Miembros para realizar procesos sistemáticos de testeo, así como de seroprevalencia estandarizados. Procesos que, tal y como trasladé a la Comisaria de Salud Stella Kyriakides, permitan obtener datos comparables a nivel europeo y faciliten la labor de nuestros investigadores, esencial para conocer el alcance de la actual crisis y prepararnos para otras que puedan venir.
Además, queremos corregir las deficiencias detectadas en la actuación europea ante la crisis. Se ha acusado a Europa de falta de actuación. Pero lo cierto es que Europa tiene competencias muy limitadas en materia de salud. Por ello, pedimos dotar a la Unión Europea de mayores competencias para poder hacer frente a este tipo de enfermedades que no entienden de fronteras ni nacionalidades. Nuevos instrumentos para nuevos retos para coordinar respuestas a nivel europeo.
Energía, Industria e Investigación es otra de las áreas en las que el protagonismo de mis compañeras y compañeros de la Delegación Socialista Española ha sido vital. Hemos promovido un llamamiento al refuerzo de las cadenas de valor industriales dentro de la Unión Europea, como parte de una nueva Estrategia Industrial que debe impulsar una economía más fuerte y competitiva. Y, dentro de ella, debemos reforzar el pilar sanitario, de forma que Europa se dote de capacidades propias para evitar que vuelvan a darse situaciones de desabastecimiento de equipamientos sanitarios o medicamentos. Porque esta crisis ha evidenciado la necesidad de una nueva reindustrialización, que reintegre la producción de sectores clave tales como medicamentos y material médico, desde la sostenibilidad y con un objetivo de neutralidad climática para 2050.
Se ha criticado mucho a la Unión Europea y sus instituciones a raíz de esta crisis. Confeccionar una respuesta para una población de 455 millones de habitantes repartidos en 27 Estados diferentes no es tarea fácil. Sin embargo, el trabajo conjunto del Parlamento Europeo, la Comisión y el Consejo ha permitido que, tras la irrupción del virus en nuestras vidas hace mes y medio, se hayan aprobado ya varios paquetes de medidas y programas para hacer frente tanto a la crisis sanitaria como a la económica. Queda mucho por hacer, especialmente para impulsar un ambicioso plan de recuperación que sirva para reactivar unas economías profundamente dañadas por esta crisis. Europa es sinónimo de solidaridad y cooperación; quienes creemos en ella seguiremos trabajando para que así sea.