ESTE ARTÍCULO FUE PUBLICADO EN infoLibre EL 4 DE JUNIO. AQUÍ PUEDES LEERLO
Hace apenas un mes se publicaba en Nature un artículo firmado por prestigiosos científicos con el clarificador título “El cambio climático aumenta el riesgo de transmisión viral entre especies”. Los investigadores afirmaban, entre otras conclusiones, que al menos diez mil especies de virus tienen capacidad de infectar al ser humano, en su mayoría circulan de forma silente entre los mamíferos, pero el cambio climático, la presión sobre los ecosistemas y los cambios en el uso de la tierra están provocando más interacciones entre especies que antes no se producían. Pero quizás lo más preocupante de las conclusiones, si lo anterior no lo fuera ya bastante, sea la siguiente afirmación: “Sorprendentemente, encontramos que esta transición ya puede estar en marcha, y mantener el calentamiento por debajo de los 2°C dentro del siglo no reducirá el intercambio de virus en el futuro”. Toda una llamada de alerta de que no sólo basta con luchar contra el calentamiento del planeta, la denominada mitigación, sino que precisamos avanzar en adaptación y esto significa mayor control, detección y sistemas de alerta ante futuras amenazas epidémicas.
En el año 2000, el Premio Nobel Paul Crutzen, también conocido por sus descubrimientos sobre la pérdida de la capa de ozono, acuñaba y popularizaba el término Antropoceno para singularizar la era geológica en la que estamos, dominada por el impacto de la actividad humana en el planeta, su biodiversidad, sus recursos, su clima y el aumento continuado de las concentraciones de CO2 atmosférico desde comienzos del S. XIX. Posteriormente, en 2009, Johan Rockström y Will Steffen proponían su teoría de los límites planetarios, aquellos que, respetados, mantienen la Tierra como un “espacio operativo seguro” para la Humanidad, concluyendo que algunos de esos límites se han sobrepasado y puede no existir una vuelta atrás, derivando en cambios que pueden ser irreversiblemente dañinos para muchas formas de vida en el planeta.
La ciencia lo tiene claro y los expertos del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) no dejan de repetirlo: es tiempo de actuar con decisión. Los efectos ya son palpables y hay países enteros que sufren de forma dramática los efectos de la degradación del medio ambiente, suelen ser los que menos recursos poseen y ,además, los que menos han contribuido a esos cambios.
Hoy 5 de junio, en el Día Mundial del Medio Ambiente debemos reflexionar sobre las acciones necesarias para evitar una mayor degradación del planeta pues, como se citaba al principio, si no actuamos de forma urgente y decidida, no solo enfrentaremos terribles cambios en ese entorno natural al que algunos parecen referirse de forma despectiva e incluso ajena, , sino que sufriremos un incremento de los riesgos que acechan a la salud de todos los seres vivos y, por lo tanto, del ser humano. Sólo hay “Una Salud” y la compartimos con nuestro entorno.
El compromiso ecológico ya no es una opción. No podemos transitar el camino del mismo modo. No podemos seguir liberando CO2 en la atmósfera de la manera en que lo veníamos haciendo. No podemos poner en riesgo nuestros ecosistemas más valiosos, destrozar nuestros océanos y bosques. Debemos aceptar que sin avanzar en una transición ecológica y energética nuestra vida en nuestro maravilloso planeta se hará cada vez más compleja y difícil para miles de millones de personas, pero, fundamentalmente, para las generaciones futuras. Hoy es un día para tomar conciencia de que la salud del Planeta es la nuestra.